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La Música de "Nuestro Tren"

Comenzamos:

Ferrocarril y Música tradicional

La construcción y la posterior explotación de cualquier red ferroviaria provocan numerosas consecuencias, no sólo en el terreno económico y el social, tambien en el ámbito cultural o en el político.

Desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX las composiciones musicales ferroviarias eran de encargo. Cada vez que se inauguraba un nuevo trazado se encargaba a la banda municipal, vecina de esas poblaciones, una pequeña composición coral para banda donde apareciesen elementos del trazado o alguna descripción del recorrido. Existe un buen repertorio en las zonas levantinas, catalanas, aragonesas y vascas de música  "de raíz".


Algo parecido ocurría con la tradición oral recogiendo aquellas composiciones cantadas y sin autor definido que, en la mayoría de los casos, hacían mención a los pequeños y grandes inventos de la época. Tanto si era una nueva herramienta agrícola como una máquina que echaba humo y circulaba por unos raíles.

  

El vapor es el genio sublime

Que á los pueblos convierte en hermanos

A su soplo los montes son llanos

Y la Europa una inmensa ciudad.

Él difunde la idea creadora,

Y su lento progreso acelera

Él reserva á la edad venidera

A la vez, orden, paz, libertad

Arriba:  "Himno cantado en San Sebastian con motivo de la solemne inaguración del ferrocarril de Norte, celebrada el día 22 de Junio de 1858", con grabado de la epoca. Ver video...


Probablemente una de las descripciones sobre las ventajas del ferrocarril, del Norte, son los compuestos por José Maria Lujanbio,  Txirrita. (1860 - 1936) trabajó como cantero en la construcción de los Ferrocarriles Vascongados que unían Bilbao con San Sebastian.

No quería tener hijos para luego tener que mandarlos a la guerra. Esa debía ser la razón que daba para explicar por qué permaneció soltero. Sabía bien lo que la guerra implicaba, puesto que le tocó hacer guardia en la última guerra carlista.

Nació en Hernani, pero creció en el caserío Txirrita de Errenteria desde que la familia Lujanbio se trasladara en 1873, y aunque era el primogénito, el nombre fue lo único que heredó. De todas formas, el verdadero hogar de este maestro de la parranda y la mofa fueron las tabernas, las plazas y las sidrerías. Fue uno de los más hábiles a la hora de tratar temas de extrema seriedad. Fue su forma de ahondar en temas políticos y sobre todo sociales lo que afamó a Txirrita. "Foruak kendu zituenari" (al que nos quitó los fueros), "Cubako gerrarenak" (sobre la guerra de Cuba), "Norteko trenbideari" (al ferrocarril del Norte), y "Pasaiko huelga" (la huelga de Pasaia) destacan no sólo por su maestría en cuanto a técnica, sino también como retratos que poco tienen que envidiar a las crónicas sociales de la época. Los bertsos de este hombre que poco tuvo que ver con las escuelas, son información de primerísima mano a la hora de entender la sociología y el pensamiento popular.

Tuvo fama de vago, por que sólo recurría a picar la piedra conforme los bertsos dejaban de darle de comer. Sin embargo, fue infatigable en lo que a improvisación se refiere, el Mozart del bertsolarismo en cuestión de producción. Y precisamente por esa razón dignificó el bertsolarismo.

En los últimos años de su vida conoció un nuevo estilo dentro del bertsolarismo que vendría de la mano Aitzol. En un intento por sacar el bertsolarismo de las tabernas, en 1935 se organizó en Donostia el primer certamen de bertsolaris de Euskal Herria. En aquella ocasión fue un jovencísimo Basarri el ganador, quedando Txirrita en segundo lugar. Al año siguiente le tocó a Txirrita vestirse la txapela y no le faltó ironía cuando fue a recoger el premio.

Muchas de las métricas y melodías que han llegado hasta nuestros días se las debemos al gran Txirrita y a los bertsos que creó a la antigua usanza.

La canción emblemática, por el mensaje tan nacionalista, que se ha cantado en euskera con el ferrocarril de fondo, y nunca mejor dicho, es Oi lur, Oi lur de José María Aguirre Egaña, conocido como Xabier de Lizardi.


El pasajero de un tren va relatando, en verso, el paisaje que ve desde la ventanilla en un trayecto, que se supone, en el interior del País Vasco. Esta canción está considerada como un himno donde se reflejan las singularidades del paisaje y paisanaje vascos.



Desde la ventanilla del tren

¡Oh, tierra, oh tierra!/ oh, mi tierra mía…/ ¡oh, apacible mañana,/ nacida para sonreír con dulzura!/ Verdes maizales,/ montes, viejos caseríos;/ manzanos/ que el rojo fruto abruma,/ todo ello velado/ por una tenue niebla,/ todo ello dorado/ por el sol…// Labrador/ que un gigante pareces/ erguido sobre la heredad;/ dichoso tú…// Por tu vera,/ patria de mi deseo,/ corre alocadamente/ y (yo dentro de él) empujado…// Oh, tierra mía,/ ojalá fuese tuyo,/ y cultivándote/ me saciarías de tu premio…//  Mas… no puedo;/ la hirviente vida del llano/ me arrastra… adiós,/ tierras de labor, manzanos, montes…


música: Benito Lertxundi

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