TRENES y algo más
por "Ternaskus"
Del Mediterráneo al Cantábrico y vuelta
por tierras vizcainas
Traslaviña
El Castaño
Arenao
En Artzentales, la antigua vía nos sumerge por un estrecho valle que se ensancha al abrazar Sopuerta; plácida campiña salpicada de pequeños barrios rurales, desde donde el camino, -un viejo ramal de enlace-, nos sitúa, a los pies de la Sierra de Galdames.
Partimos de la estación de Traslaviña (Línea Bilbao - Santander), en el Barrio la Herbosa (Artzentales), en donde hubo cantina. Tras cruzar los andenes donde se encontraba la vieja estación, seguimos el camino de la antigua vía.
Al ensanchanser el vallecito, aparecen los pastizales de un caserío cercano y, a nuestro lado, los restos de un cargadero de hormigón.
En el cruce con la carretera de Santelices, está el desvío hacía el núcleo de Traslaviña.
Un corto túnel nos adentra por un sombrío camino a través del desfiladero boscoso del serpentino río Golitza, escoltado por alisos y castaños.
A la izquierda una vista del lugar conocido como Las Barrietas, visto desde la vía del tren poco antes de llegar al cargadero.
A continuación, acompañados de roquedos donde surge el brezo, llegamos al cargadero de las minas de Alen, al viejo almacen y a la estación de las Barrietas.
La Sociedad Minera Coto Cecilía, construyó este impresionante puerto de mina de 11 m. de alto en 1898 junto al ferrocarríl Castro a Traslaviña, que podemos ver en las fotografias de abajo. El mineral era extraido a cielo abierto a 550 m. en el monte Alen. Tras salvar una distancia de 700 m. mediante un plano inclinado que aprovechaba la pendiente del terreno, el hierro permanecía a la espera de embarcarse en los vagones del tren. Ya en Castro era cargado en los barcos que se acercaban hasta los dos cargaderos cantilever para partir, ya llenos, rumbo a Cardiff o Liverpool.
El puerto de mina contaba con boquillas que se abrian y cerraban. Eran necesarias ser "cargadas" para llenar un tren de 24 vagones. El salario del minero no era fijo y dependía del trabajo realizado. Su tarea consistía en extraer y despues cargar de 5 a 6 vagones de tren como minimo.
Seguimos la vía un camino de tierra que transcurre por un bosque de robles, castaños, laureles y eucaliptus, hasta un vallado.
Una cantera nos impide el paso original por el túnel de El Hoyo. La bordeamos po la pista que nos encontramos a la izquierda. Alcanzamos El Hoyo.
Desde este altillo se observa el precioso valle de Sopuerta, con sus diseminados barrios.La pista de grava continúa por bosque al pie del Monte Alen y nos conduce a
Esta pista local , pareja a unos hornos de calcinación, finaliza ante el largo e intransitable túnel de las Muñecas, que se introduce en tirras cántabras.
Los HORNOS DE CALCINACION tenían un tamaño que oscilaba normalmente entre los 10 y 15 metros de altura, con un diametro aproximado de entre 3 ó 4 m. Normalmente tenían forma cilíndrica y en algunos casos estaban reforzados por anillos metálicos para evitar que el calor interno los resquebrajase. Con cuatro puertas en cruz, disponian de una cuba dende se calentaban los gruesos y menudos a temperaturas inferiores a 900 grados centigrados. De esta forma se eliminaba el anhídrido carbónico aumentando la ley en hierro del mineral en un 30%. Para la combustión se añadían unos 30 Kg. de carbón por cada tonelada de calcinado
Desde El Castaño, seguimos el ramal de Galdames, una pista de grava que, por Allende, nos conduce hasta Arenao.